Juan Cap. 4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
(Parafraseado)
Jesús estaba esperando para sanar su alma. Nada lo iba a detener a encontrarse con esta mujer que llevaba una gran carga. Posiblemente caminaba cabizbaja, sin valor propio, con un gran dolor en su corazón por el pasado no grato y probablemente la juzgaban.
Jesús estaba esperando para sanar su alma. Nada lo iba a detener a encontrarse con esta mujer que llevaba una gran carga. Posiblemente caminaba cabizbaja, sin valor propio, con un gran dolor en su corazón por el pasado no grato y probablemente la juzgaban.
Quiero pensar que ella iba al pozo como pretexto, no solo para sacar
agua, también para poder llorar, salir de su encierro, desviarse de sus noches
de desvelos, sus años sin consuelo, de ser nunca amada. Era un premio que
caminará, ya no le quedaban fuerzas, pero llegó hasta el pozo, donde se
encontraría con el que siempre le había amado, El Maestro, de quien siempre
emanaba paz, amor, sanidad. Ya él le conocía….
El, cansado del camino le pide de beber, pero lo único que impulsa a esta
mujer llena de laceraciones y dolor es ponerle obstáculos. Muchas veces hacemos
lo mismo, ¿cierto? Pero nuestro Señor derrama de su amor diciéndole – Si
supieras quien te está pidiendo agua, tú le pedirías y te daría agua viva.
Jesús ‘espera por ti’, no ve lo difícil del problema, o las mentes
cargadas con lo que a veces se llama imposible, no hay regreso, el pasado
tormentoso, el presente que no tiene fin, la vida no tiene sentido. Y las que
tienes en tu mente muy difíciles cuando se trata de hijos, matrimonio, padres y
tantas mas. Pero el va contigo en medio del desierto, e insiste para que te
acerques y veas que todo es posible.
- “Si bebes del agua que yo te doy, no volverás a tener sed jamás”. No es
lo físico, ni lo material, ni lo que pueda darte el ser humano, ni cómo te
sientas hoy o mañana, es lo que él te brinda lo que perdura para siempre- Una
fuente inagotable que sacia tu alma y da seguridad ‘siempre’.
Esta enorme necesidad fue suplida, ese vacío en el alma fue totalmente
cubierto porque El Maestro tomó de su tiempo para esperar por una persona
necesitada, La Mujer Samaritana. De la misma manera hace contigo, no importa si
eres hombre o mujer, tu necesidad es cubierta ‘hoy’, porque él no se olvida de
ti, te ama, te espera y te tiene en su memoria siempre.
Puedes decirle con sencillez de corazón “tengo sed”, sacia mi alma
herida, me siento vacío, necesito salvación, que llenes mi alma; mi corazón que
necesita de tu amor, me siento solo o sola, lo que tú quieras. Porque él te
espera allí.