Uno de los personajes bíblicos del antiguo testamento que más
admiro es al rey David aún después de siglos de su desaparición continúa siendo
memorable su recuerdo; el joven pastor cuya confianza en Dios lo hace empuñar la
honda y dar muerte a Goliat, el guerrero que por misericordia perdonó la vida
del rey Saúl en varias ocasiones, el valeroso rey que danzó con gozo mientras
devolvía el arca del pacto a Jerusalén; músico, poeta y escritor de la mayor
parte del Libro de los Salmos; pero de todos, el título que llama mi atención es
el atribuido por el Señor: “Un hombre conforme al corazón de Dios” 1
Samuel 13:14.
Sabemos que David tenía debilidades como cualquiera
de nosotros; cometió adulterio con Betsabé, la mujer de Urías uno de sus
soldados y planificó su muerte en batalla. Al meditar en estos versículos me doy
cuenta que aunque Dios conoce nuestras faltas, aún así, nos ama y acepta. Él no
aprueba nuestra conducta errada, de hecho la aborrece, pero tiene la habilidad
de ver nuestro corazón y puede separar sin inconveniente “quiénes somos” de lo
“qué hacemos”. Aunque David pagó un alto precio por su pecado con la muerte de
su primer hijo (fruto de la infidelidad con Betsabé) Dios lo continuó amando
porque demostró sincero arrepentimiento. “Porque el Señor al que
ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”. Hebreos 12:
6 ¿Qué cualidades vio el Señor en David para comparar su corazón
con el suyo? David era un hombre en el que Dios podía confiar; a pesar de su
linaje estaba muy lejos de ser soberbio, por el contrario, era humilde y
agradecido, escogió al Señor como su prioridad y mantenía en sus labios
constante alabanza y adoración. Antes, durante y después de la batalla tenía la
mejor estrategia defensiva: la oración. En el Salmo 51 muestra profundo
arrepentimiento e implora purificación para su espíritu: “Ten piedad
de mí, Dios, conforme a tu misericordia ¡Lávame más y más de mi maldad y
límpiame de mi pecado!” Dios nos perdona porque nos ama, pero debe
haber un cambio de actitud en ti, consulta a Dios tus asuntos, proyectos,
decisiones y debilidades. Cada mañana consagra a Cristo lo que tienes: tu vida,
salud, cónyuge, hijos, posesiones... En palabras bíblicas:
“Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”
Proverbios 3:6. En mi rutina diaria siempre coloco a Dios en
primer lugar; como tengo claro que Él mora dentro de mí, no pierdo la
oportunidad para consultarle cualquier cosa, por ejemplo, antes de escribir este
post primero hago una oración, pido dirección para que sea Él y no yo, el que
toque cada vida. Hace un par de años al conducir estrellé el carro contra otro
vehículo y antes de bajarme a mirar los daños, tomé unos segundos para acudir
mentalmente a la presencia de Dios le pedí tomara el control de la situación,
guiara mi proceder e incluso mis palabras, pero antes de que pudiera hacer o
decir algo, el conductor, en lugar de saltar enardecido, me ayudó a salir de mi
auto con amabilidad y después de ver que me encontraba bien siguió su camino.
Sin lugar a dudas, el Espíritu Santo estaba allí y sopló paz. Siempre que
mantengas un corazón ardiente, apasionado y comprometido con Dios estarás
permitiendo que Él cumpla su maravilloso plan en ti.