En estos ultimos días tanto en un congreso al que asistí como en la cruzada evangelistica en que esta sumergida la iglesia a la que pertenesco se a tratado el tema de atreverse, lanzarse o arrebatar en fin vencer el obstaculo y son varios los ministros que he escuchado el milagro que jesús realizó con Bartimeo el ciego.
Quiero compartir esto con todos ustedes no es un articulo de mi autoría pero siento que estas palabras te tocaran y harán reflexionar.
Duerme en la
calle, junto al camino, a las afueras del pueblo. Al parecer alguien lo soltó
ahí como quien lanza una pesada carga imposible de transportar. Es ciego, no se
sabe si lo es de nacimiento o algún accidente lo dejo en la total oscuridad, lo
cierto es que Bartimeo mendiga para subsistir. Sus días transcurren sin cambio
alguno, para él siempre es de noche; ha aprendido a orientarse a través de los
sonidos y las múltiples voces a su alrededor. Timeo, por ser pobre y viejo, no
puede hacerse cargo de él así que solicitó a las autoridades romanas el permiso
para que su invidente hijo mendigue por las calles de Jericó. Son pocos los
indigentes que cuentan con esa autorización la cual consiste en una “capa” que
debe llevar como sobretodo el desventurado Bartimeo.
¿Has oído hablar
de los de repente de Dios? Era un día como cualquier otro para el ciego de
Jericó, tendido a la orilla del camino, apestaba, la polvorienta capa lo
protegía no sólo de los excesivos abusos de la guardia romana, también del
incandescente sol y de las bajas temperaturas nocturnas. Algo sobrenatural
estaba por suceder y con tal magnitud que sería registrado en la historia. Aquel
menesteroso -dice la biblia- oyó una muchedumbre pasar cerca de él, iban detrás
de Jesús, el Nazareno, cuya fama se había difundido por toda Siria originando un
mover de gente desde Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea hasta el otro lado del
Jordán, le llevaban
enfermos, endemoniados, epilépticos, paralíticos y Él los sanaba.
Era una
oportunidad única para Bartimeo y no estaba dispuesto a dejarla pasar (el mísero
hombre nos da una lección de fe digna de imitar) nadie se atrevía a tocarlo,
menos a conducirlo hasta Jesús. Así que gritó a todo pulmón: “¡Jesús hijo de
David, ten misericordia de mí!” ¿Puedes imaginar la desesperación de ese hombre
al saberse tan cerca del Sanador? Insistió hasta desgañitarse: “¡Jesús hijo de
David, ten misericordia de mí!”. La gente molesta por sus gritos lo reprendió:
¡Cállate pordiosero! ¡Jesús no te escucha! ¡No insistas! Sordo ante las voces
demoledoras de fe clamó con más fuerza: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!”
hasta que Jesús se detuvo y lo mando a llamar. (Mar.10:49)
¿Nuestro buen
Pastor no lo vio al pasar? ¡Imposible! para Cristo nada pasa inadvertido y menos
alguien enfermo y despreciado, mas su plan era dejar testimonio eterno de que
todo aquel necesitado de un milagro debe hacer su parte, la que agrada a Dios,
nos saca de nuestra condición de penumbra espiritual y nos dirige a la luz: ¡La
fe! “Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el
que se acerca a Dios crea que Él existe y recompensa a los que lo buscan”
(Heb.11:6).
Uno de los
discípulos fue en busca de Bartimeo y es aquí donde ocurre la mayor
manifestación de fe de esta historia: “él arroja su capa, se levanta y camina
hacia Jesús” (Mar.10:50) ¿Lo notaste? Dependía de la “capa” para subsistir, era
la más valiosa pertenencia para alguien en su condición, sin embargo, no dudo ni
por un segundo en que jamás volvería a necesitarla. ¡La soltó! (Soltar significa
descargar el problema en las manos de Dios, después de haber hecho todo lo
humanamente posible para resolverlo) La capa simbolizaba sus cargas: ceguera,
miseria, rechazo, soledad, abandono, sólo la confianza en Jesús lo hizo libre.
Su clamor pasó por encima de los incrédulos (que pueden ser nuestros familiares
o amigos) nada lo detuvo, se puso de pie, desgarró su garganta y camino hacia el
Mesías para cambiar su condición y glorificarse en el de repente de
Dios.
Nuestra vida cambia cuando la fe vence todos los obstáculos. ¡Nada hay imposible
para el que cree!